El otro día estaba con una de mis alumnas preparando una presentación y le sugerí que incluyera la sonrisa. “Me cuesta mucho, Maca. Mi tema es serio. Si sonrío, puedo perder credibilidad”.
A muchos nos pasa lo mismo. Pensamos que la seriedad es sinónimo de eficiencia. Que la sonrisa podría afectar nuestra reputación y que no nos tomarán en serio. ¡Y es todo lo contrario!
¿No sería más fácil y efectivo que nuestro jefe nos pidiera algo con una sonrisa?
¿O que ese médico nos hable en sencillo y con amabilidad de algo que nos preocupa?
¿No empatizamos más con ese conserje que nos sonríe que aquel que nos ladra con solo mirarnos?
No minimices el poder que tiene la sonrisa y recuerda siempre que:
o Sonreír es una herramienta poderosa para comunicar y empatizar con la audiencia
o Nos ayuda a romper el hielo y contagiar energía positiva
o Todo el mundo prefiere ver una cara amable que otra que no lo es
o Una sonrisa abre puertas y tranquilizan a las personas que están tensas y angustiadas
o Desarman o suavizan cualquier intento de ataque
o Predisponen al otro a tener una actitud cordial y favorable a su tarea
o Una persona que sonríe siempre será más recordada que la que no lo hace
o Una sonrisa tiene que ser oportuna. Si estás dando malas noticias, no la utilices. Un buen equilibrio es todo!
No tengas miedo a incluir la sonrisa cuando hables en público. Lejos de perjudicarte, te permitirá una conexión inmediata con el público.
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