Uno de los momentos más desafiantes para un orador, es la improvisación.
Podemos tener los mejores mensajes, anticipar las preguntas difíciles, saber mucho del tema, pero si hay un instante en que siempre debes estar preparado es para improvisar.
El conocido escritor y orador estadounidense, Mark Twain decía: “Normalmente me demoro tres semanas en preparar un buen discurso improvisado”
Esta es la clave de todo. Para improvisar tienes que estar preparado, pero sin que se note.
Aunque no lo creas, todos podemos ser grandes improvisadores, pero siempre improvisamos desde nuestra experiencia y conocimiento. Desde nuestras historias y argumentación.
Solo tienes que confiar en tus RECURSOS y tomar en cuenta algunos consejos que harán una diferencia en esos momentos en que te pillan por sorpresa:
1.- Respira, toma una pausa y reflexiona antes de responder
La mejor manera de enfrentar una pregunta o un momento que nos toma por sorpresa es la calma. Ante una situación no esperada es clave reflexionar antes de contestar. Es preferible tomarse unos segundos que responder inmediatamente sin un criterio definido. Esto te ayudará a elegir entre las posibles respuestas y dar estructura y orden a las ideas antes de verbalizarlas. Para la persona que está hablando tomarse algunos segundos antes de contestar puede parecer una eternidad. Sin embargo, para los que te escuchan, proyectamos la imagen de una persona reflexiva y calmada. Estos segundos te darán tiempo para entregar un mensaje claro y coherente.
2.- Recurre a los grandes inicios:
Cada vez que tengas que dar un mensaje que no tenías preparado o dar algunas palabras para tu equipo, te recomiendo la fórmula de “Los grandes inicios y finales”. Esta fórmula dice que lo más recordado por el público que te escucha es siempre el inicio y el final de tu presentación. Lo mismo pasa con las películas. Si un inicio no te atrapa es difícil que la sigas viendo. Con los finales es lo mismo. Una película con un final decepcionante te deja una amarga sensación. Para hacer un buen inicio, te recomiendo comenzar con una historia, una frase celebre que se relacione con el tema o con una pregunta. Después de este inicio, será más fácil seguir con tu relato.
3.- El uso de preguntas:
Cuando te hagan una pregunta difícil, te recomiendo una técnica muy conocida por la PNL. Se llama metamodelo del lenguaje. Se trata de formular una serie de preguntas que te ayudarán a entender en forma concreta lo que la persona te transmite y de paso, ganar tiempo para formular una respuesta adecuada. Por ejemplo, si una persona te dice después de una presentación: “No me quedó claro lo que dijiste y de hecho no estoy de acuerdo”. En vez de lanzarte de cabeza a responder, puedes preguntar. ¿Qué parte no te quedó clara? ¿A qué te refieres?. De esta manera, la comunicación se facilitará, te acercarás al “mapa” de la otra persona y le darás un espacio a tu mente para que recurra a lo mejor que tiene: sus propios recursos!